UNA BRÚJULA CON OTRO NORTE

A simple vista, este parecerá un relato de viaje, pero no lo será. Si observan con atención, notarán que, además de tener un estilo de vida raro, traemos una extraña tarea entre manos, y que, para llevarla a cabo, nos vemos obligados a usar métodos poco convencionales, arriesgados, incluso extravagantes.

Será un trabajo de investigación, de arqueología mística, que involucra el ejercicio de la espiritualidad y el esoterismo aplicado a la carretera, solo que no se notará a simple vista, porque las claves de cada mensaje terminarán camufladas entre el tejido de en una saga de acontecimientos aparentemente triviales que terminarán desencadenando las revelaciones que todo buscador aspira encontrar.

Si me preguntan dónde acabará todo, les diré que no tengo idea, porque la aventura que estoy por contar la iré narrando a medida que la voy viviendo. Así que, mientras escribo esto, sentado sobre un tapete árabe acompañado del ardiente soplo del Sahara, lo único que les puedo adelantar es que la magia ya está ocurriendo ahora mismo y es urgente que los ponga al tanto de todo.

Algunos de los misterios serán expuestos a su debido tiempo, otros puede que se hayan manifestado ante mis narices y sea el lector quien los identifique en mi lugar. Descifrar estos enigmas será, pues, un trabajo conjunto.

Mi compromiso será, pues, transmitir los hechos de la manera más fidedigna posible, incluso cuando tenga que lidiar con lo inverosímil. Pero antes de llegar a este punto, es decir, a los sucesos estrafalarios que me empujaron a compartir esta historia, es preciso narrarles cómo y por qué llegamos aquí, repasar todo desde el comienzo, así que agárrense de lo que tengan a mano que esta historia va a empezar.

¿A DÓNDE VAMOS ESTA VEZ?

El viaje inició desde que elegimos el destino. Ella lo sugirió eses atrás y yo todavía me pregunto cómo no se me ocurrió antes: Egipto, tierra de faraones, del Nilo, de pirámides y misterios varios.

Será el inicio de una saga de lugares míticos en un recorrido que de varios meses. Templos antiguos, sitios sagrados, rutas legendarias. Todo lo que un par de chismosos esotéricos podrían soñar.

¿Y a qué vamos a Egipto? A lo largo de la historia tendremos sobradas oportunidades para explicar la naturaleza de nuestro éxodo, pero por ahora solo me limitaré a hablar de las expectativas, ya que por ese tiempo eso era todo lo que teníamos: ilusiones y anhelos que no nos atrevíamos a compartir en voz alta por lo raros que son, porque más de uno nos dirá que estamos locos y nos acusarían de delirantes e ingenuos.

Pero mejor dejemos que los hechos hablen por sí mismos.

Lo importante es entender que la naturaleza de nuestro periplo se funda en que tanto Camila como yo, además de mochileros, somos yoguis, es decir, estudiamos la espiritualidad mientras nos movernos a lo largo y ancho del mapa.

Eso determina nuestro criterio a la hora de diseñar nuestras rutas.

Egipto es el arquetipo místico por excelencia, y su halo misterioso resulta irresistible para cualquiera que anhele experiencias que se salgan de lo ordinario.

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